sobre El fin del amor: Querer y coger en el siglo XXI

Miguel Ran
6 min readFeb 20, 2021

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El fin del amor de Tamara Tenembaun es un libro que describe al patriarcado blando que habitamos los “progresistas”. Sin quitar importancia al temario que aborda, deseo resaltar dos puntos implícitos en el libro: La crítica a la tentación victimista y la lucha reconociendo nuestra propia alienación en dicho patriarcado blando.

El libro El fin del amor de Tamara Tenembaun habla del amor romántico y del otro, de coger, de la monogamia, del poliamor y de la libertad sexual, de la dictadura de la belleza potenciada por las redes, de la maternidad como deber-deseo, del peligro de una liberación en el “éxito” económico impulsada por el feminismo neoliberal y varios demases con una agudeza que estábamos necesitando. El capítulo del mercado del deseo(*), por ejemplo, es fascinante.
(*El capítulo 4 No sos vos, es el mercado del deseo está online publicado por la revista anfibia en http://revistaanfibia.com/ensayo/no-sos-vos-mercado-del-deseo/)

El libro se mete con el patriarcado blando de formas suaves que afecta a la clase media culta citadina de 20 a 40 años y, por extensión, a otros que compartimos sus espacios, valores y características(*).
(*En mi opinión, habla de una población de entre 20 a 40 años, incluída socialmente, con acceso a la universidad y/o con consumo cultural de una o más generaciones. A medida que nos alejemos de ese sector social, el relato hablará un poquito menos de nosotros. Sin embargo este sector social puede no ser muy numeroso, pero posee bastante gravitación.)

El libro menciona a otros patriarcados más duros, que afectan por ejemplo al once ortodoxo, a zonas rurales, a la comunidad evangelista del barrio, y a tantos y tantas… pero no son el tema del libro. También reconoce la opresión patriarcal en las distintas realidades económicas de las distintas clases sociales, pero ese también es un tema que queda afuera. Tamara habla de su mundo, y como un libro no debe hablar de todo, este habla de lo que habla. Y está bien.

Yo, en este texto, deseo referir no a los puntos presentes en el índice del libro, sino a otros puntos que se filtran en este escrito y que (también) me parecen importantes: Creo que este libro, a los que habitamos el patriarcado blando, nos da herramientas contra la tentación victimista, por un lado, y para explicitar la propia alienación, por el otro.

El agua y el pez

Tamara tiene una ventaja sobre nosotros: ve nuestro patriarcado desde afuera.

Como el único que no ve el agua es el pez, Tamara que nació en el patriarcado duro de la comunidad judía ortodoxa del Once(*) porteño puede ver fácilmente los hilos del patriarcado blando. En su libro entra y sale de once y del patriarcado blando todo el tiempo, para señalar diferencias y similitudes.
(*La población judía en Argentina se calcula hoy en alrededor de 220.000 judíos. En su gran mayoría (85%) vive en la capital, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en 54 diferentes comunidades. La autora nació en la comunidad ortodoxa que habita el barrio de Balvanera (popularmente conocido como el Once) de dicha ciudad.)

A los 12 años es cuando su madre le permite ir a una escuela secular, es decir, a una de afuera de la comunidad ortodoxa. Allí conoce mujeres criadas en el patriarcado blando y su primera impresión fue que eran mujeres que se “habían criado en lo que (Tamara) interpretaba como libertad total”. Luego, de a poco, iría descubriendo los hilos que oprimen veladamente a esas “mujeres libres”.

El victimismo

El victimismo es una tentación para los movimientos emancipatorios porque, al colocar al sujeto social como víctima, permite asumir una agenda de reivindicaciones en forma (más o menos) despolitizada.

El debate sobre los peligros y las limitaciones de construirse como víctima existe dentro del movimiento de género, y Tamara, sin nombrarlo, lo aborda explícitamente cuando escribe que: “‘Nos mueve el deseo’ es una de las consignas que más me gustan de todas las que circulan en los feminismos argentinos (…) porque marca un camino diferente (…) del que demanda “protección”, que nos infantiliza”(*).
(* La cita completa es: “‘Nos mueve el deseo’ es una de las consignas que más me gustan de todas las que circulan en los feminismos argentinos; me gusta porque marca un camino diferente del de la venganza (entendible, pero poco constructivo en términos políticos y sociales, es decir, a nivel del vínculo entre hombres, mujeres y personas no binarias) o del que demanda “protección”, que nos infantiliza” Tenenbaum, T., p. 71)

No quiero hablar de ese punto, si no de referirme a la tentación victimista para enfrentar al patriarcado blando: ¿Cómo denunciar al patriarcado blando sin exagerar su opresión, más cuando sabemos que otros soportan un patriarcado más duro?

Tamara, que reconoce su “suerte” social varias veces en el texto, es clara: “Prefiero vivir acá, prefiero vivir así: soy hija de esta época, (…) por eso creo que podemos criticarla, que tenemos que criticarla para ser más libres” (*Tenenbaum, T., p. 27), y acto seguido critica sin piedad a “esta época”. Que existan patriarcados peores no quiere decir que no debamos combatir “al menos peor”. No es cuestión de elegir patriarcado, sino de lograr que caiga, de tirarlo. Y este es el patriarcado que (nos) oprime a la “clase media culta”.

La crítica al patriarcado blando es importante por dos razones más:

  • Para que aquellos que sufren un patriarcado más duro puedan identificar y combatir también al patriarcado blando, o al menos, no menospreciarlo.
  • Y porque denunciar al patriarcado blando es poder enfrentar al discurso de “feministas eran las de antes”. Esa línea de pensamiento que defiende al patriarcado negando que exista porque “hoy las mujeres pueden votar, trabajar y recibirse de ingeniera”.

La alienación de los “demás”

En la lucha por la liberación de los oprimidos, muchas veces sentimos que los alienados son otros. Los que somos militantes nos aceptamos como oprimidos económica, racial, social o patriarcalmente. Pero asumir la propia alienación es más contradictorio.

Así ocurre la confusión de algunos varones: “si no ejerzo violencia ni coacción contra mis parejas, no debo ser machista”. Y también la confusión de algunas mujeres: “si mis parejas no ejercen violencia ni coacción sobre mí, debo estar liberada”.

El libro se mete en nuestra propia alienación “progresista”. La fuerza del patriarcado blando es su ductilidad, su adaptación, su imposición de reglas sin violencia y sin coacción, su “lo hiciste porque quisiste”. Un patriarcado que juega a ser invisible, o como mínimo, a convencernos que es mucho mejor que el duro.

Señala la opresión pero también la seducción del patriarcado blando. Señala como aceptamos sus valores y cómo disfrutamos la comodidad cuando por clase social, raza o simplemente metabolismo, encajamos en el mandato. Nos desnuda un patriarcado dinámico, que muta para sobrevivir y que adapta sus premisas para que las confundamos con nuestros valores.

Sin moralismos ni excomuniones, Tamara se reconoce como una alienada más, porque “machistas fuimos (y en alguna medida, todavía somos) todos y todas” (*Tenenbaum, T., p. 71). En vez de una condena moralista, plantea respetar el deseo de las personas de ser felices en el mundo real. “La política sexual revolucionaria (debe) invocar el profundo deseo del ser humano de hallar la felicidad en la vida y en el amor” decía Wilheim Reight en 1933(*).
(* Reich, W. (1933). Psicología de masas del fascismo. En La familia autoritaria en la perspectiva de la economía sexual.)

Conclusión

Para Tamara la lucha es una práctica, un ir hacia el horizonte, sabiendo que “las urgencias no esperan a que tengamos las herramientas para resolverlas” (*Tenenbaum, T., p. 75). El fin del amor: Querer y coger en el siglo XXI es un libro que nos ayuda a la claridad política para entender el patriarcado aquí y ahora, explícito e implícito, en sus diferentes mutaciones y adaptaciones.

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